sábado, 13 de agosto de 2011

EL CAMINO DE JIMENA

"La frente más bonita de Lima". Así fue inmortalizada a sus 20 años por un sujeto raro que usaba lentes con montura roja y de nombre Luis Felipe Cueto. Recuerda que conoció al fotógrafo en una etapa de tiempos libres, cuando solía hacer sus rutillas culturales por El Cinematógrafo y La Noche de Barranco. Y es que ella es como dice el encabezado de su blog "…impredecible, sincera, sorprendente, inteligente, sensual, cariñosa, generosa, buena, deliciosa, hembra, blancanieves, guapa, china, mona, dulce, sabrosa, genial, talentosa…". En menos de un mes va a cumplir 32 y, aunque quiere dejar el cigarro, se fuma más de media cajetilla al día. Cinco puchos los reserva para Priscilla Ceiling, su personaje en la obra "En Casa/En Kabul", una mujer valiente pero con muchos episodios depresivos en su pasado, quien necesita tener una certeza en su vida y que ante la noticia de la muerte de su madre sale de Londres rumbo a Kabul (capital de Afganistán) para buscar su cuerpo y descubrir qué ha pasado en verdad.

Escribe: Alan Saavedra
Fotografía: Christian Salazar
(Publicado el 15/11/08, Revista Wapa, La República)

–¿Sientes que Priscilla tiene algo de ti?
–Yo también busco desesperadamente la calma (risas). La verdad es que me atemoricé al inicio porque es una de las pocas veces en las que leo un personaje y lo entiendo desde la primera lectura. Definitivamente una de las cosas que más me costaron trabajar fue la impulsividad y la violencia que tiene el personaje. Yo también las tengo, pero dormidas porque no son una buena actitud para vivir en el mundo. Aunque para la obra he tenido nuevamente que usarlas un poco.
–¿Cómo afrontas esa violencia interna del personaje?
–Mi maestra, Pilar Núñez, me dijo algo muy cierto: "El teatro te va a proteger". En el teatro puedo sacar todos los impulsos salvajes que tengo y que no son para la vida cotidiana, lo cual es liberador. En las escenas muy fuertes, como en la que Javier Valdez me dice cosas terribles, salgo muy removida, con el cuerpo tembloroso y sigo llorando un rato hasta que tengo que entrar a otra escena. Lo bueno es que siempre hay un compañero tras bastidores que me abraza. Eso es lo maravilloso del teatro, me encanta.
–Al terminar la función, ¿qué haces para salir del personaje y de su carga emocional?
–Hay funciones en las que salgo y todavía no entiendo muy bien dónde estoy. Eso me pasó en el estreno. Me demoré varias horas en recuperarme. Tuve que mirarme al espejo durante buen rato y respirar. Nunca me había pasado algo así, me pareció curioso. Normalmente, lo primero que hago al acabar es fumar un cigarro con Gabriela (Velásquez) y Norma (Martínez), mis compañeras de camarín, reírnos y ya está. Norma es extraordinaria y es una de mis maestras. Me gusta tenerla como imagen. Somos muy amigas.
–¿Y cómo reacciona el público?
–Creo que cuando estás tan concentrada en sacar adelante el montaje pierdes la noción de lo fuerte que es la obra. Volvimos a tomar conciencia de eso en el estreno, al ver cómo la gente salía absolutamente conmovida. La obra es fuerte porque son cosas que suceden en el mundo. Es una obra que genera un movimiento, un cambio o por lo menos una conversación de dos horas con su cafecito. Felizmente, porque yo soy una convencida de que el teatro es para remecerte un poco.
MISMA YO
–¿En qué momento supiste que querías ser actriz?
–En realidad desde chibola. Cuando veía las películas y había un personaje de niña siempre fantaseaba que era yo. Estuve en el ballet desde los cinco años hasta los dieciséis. Así que de alguna manera siempre estuve en las tablas porque hacíamos presentaciones en los teatros. A los trece años entré a la escuela de teatro de mi colegio, el Humboldt. Mi maestra fue Isabel Jiménez de Cisneros. En realidad me metí al teatro y de ahí no salí nunca más.
–Sin embargo, al acabar el colegio estudiaste otra profesión.
–Sí. Estudié Asistencia de Aegocios y en las tardes ensayaba en el colegio. Mi papá me obligó a entrar porque no le gustaba la idea de que sea actriz. De hecho creo que hasta ahora no le gusta. Por eso me pidió que estudiara aunque sea una carrera técnica de dos años y después hiciera de mi vida lo que me diera la gana. Yo lo entiendo. Estudié un año, el segundo año estudié y practiqué. Apenas terminé me fui a trabajar con Michel Gómez en "Tribus de la calle".
–De ahí trabajaste en varias novelas, series y películas. ¿Sientes que te identificaron con el personaje de chica mala?
–Nunca me he sentido identificada con nada. Definitivamente me gusta hacer de todo un poco. De eso se trata la actuación. Probar y siempre poner en riesgo tus propios límites. Enfrentarte a personajes que no conoces y que nunca te hubieras imaginado que existen. Creo que de eso se trata nuestro trabajo. Tan complejo, tan divertido y tan sanador a la vez.
–Supe que también estudiaste Filosofía. ¿Eres una persona que reflexiona, que se reinventa?
–Sí. Quiero ser como Madonna que se reinventa cada día (risas). De hecho, creo que era Sócrates quien decía que "una vida sin examen no merece la pena ser vivida". Me parece un poco duro, pero siempre estoy examinando los trabajos que escojo, mis momentos emocionales, mis parejas y hacía dónde voy. Me siento muy responsable de mi vida y de lo que hago de ella. Aunque a veces he pasado meses como llevada por el viento, hasta que me preocupo y digo "¡a ver!".
–Esas reflexiones también las has plasmado en tu blog. ¿Cómo así entraste a la web?
–Escribo muchos diarios con este rollo de la revisión de tus acciones, y un día un amigo me dijo que cualquiera podía tener un blog. Creé uno y después de un tiempo, con mucha timidez, empecé a escribir. Eso fue en junio del año pasado. Antes lo conocían solo algunos amigos, pero ahora se ha hecho más popular. Hay gente que me dice cosas maravillosas y hay un par que se mete solo a insultar. Ese es el costo de que sea expuesto y me parece válido también.
–¿Has pensado en escribir un largometraje y dirigirlo tú?
–¡Asu madre, qué bonito! Es una idea tan linda… Pero, ¡cuántos años de terapia para hacer eso! Ese sí sería el sueño máximo de mi vida, sería hermoso.
–Y cuando revisas lo que has escrito hace un tiempo, ¿te sorprendes de lo que lees?
–Me ha pasado mucho que he revisado un diario de hace cinco años y he dicho "uy, qué aburrido" o "¡wow!, en eso estaba". En estos últimos diez años hay una constante en todo lo que he sentido y escrito. Pero creo que poco antes de cumplir los treinta entré a otra etapa. Aunque no sé qué se me venga porque la necesidad de calma todavía sigue.
–¿Esa necesidad de calma te llevó a emigrar por cinco años a Europa?
–En esa época (24) trabajaba muchísimo y tenía dinero. Mi pareja, un pintor con quien vivía, se ganó una beca y, como yo soñaba con ir a Europa, fue el momento preciso, porque tampoco me quería quedar sin él. Además necesitaba airearme de la actuación y probar otras cosas. Allá estudié Fotografía, iba a museos y viajaba. Luego, se empezó a acabar la plata y tuve que trabajar. Pero, ¿de qué? En España hay cien millones de actores, así como las típicas argollas. No supe cómo hacerlo.
–¿Y qué hiciste para mantenerte?
–Empecé a hacer comerciales de televisión, lo que me salvó la vida un par de años. Después me mudé a Madrid y ahí la cosa se puso más dura. Llegué a trabajar, como todos, de camarera, de modelo, de lo que sea. Hasta que regresé para promocionar la película "La prueba", de Judith Vélez, y consideré que ya había cumplido mi ciclo allá.
–Actualmente, ¿prefieres el cine, la televisión o el teatro?
–Definitivamente, el teatro y el cine. Eso lo tengo clarísimo. La conducción por otro lado es algo a lo que estoy regresando y me parece también bonito.
–¿Cómo te va en "Mesa de noche", el programa que conduces junto a Renzo Schuller y Denise Arregui?
–Lo único que queremos es informar y hacer que la gente la pase bien. Creo que hicieron un buen casting. Renzo es el más bromista, Denise es la que nos hace el pare y yo soy un poco el término medio. Intento brindar datos que mucha gente no conoce y que me parecen interesantes. No solo dar información plana. Justo una señora se me acercó y me dijo "me encanta tu programa, me voy a dormir tranquila", y eso es lo que queremos al final: que la gente se quede jato en buena onda.
–Y con respecto a la actuación ¿qué se viene para Jimena Lindo?
–Ya tengo cerrado el próximo año, casi hasta el 2010. En los primeros meses voy a hacer la serie "Rita y yo y mi otro yo". Después voy a hacer una nueva performance con Guillermo Castrillón, con quien hice "Escrito por una gallina", que fue una creación colectiva en la que hago un desnudo y que acabamos de volverla a presentar el miércoles pasado en el marco del Festival de Teatro y Danza Contemporánea: Diálogos Lima. Luego, en abril, empiezo a ensayar con Alberto Isola para otra obra, y a fin de año voy a hacer "Las brujas de Salem", bajo la dirección de Juan Carlos Fischer.

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