sábado, 13 de agosto de 2011

FINA ESTAMPA

Pudo haber sido una jockey perfecta, tanto por su estatura como por los 46 kilos que ha ostentado siempre. Cecilia no es muy amante del deporte, pero recuerda con orgullo su adolescencia, cuando en la playa con una paleta destrozaba a todos los grandazos de su patota de Magdalena. Su casa es igual de pequeña y acogedora que ella. En su estante se puede apreciar su gusto por las novelas de García Márquez, Vargas Llosa y Oriana Falacci, así como por la poesía de Borges y Neruda. La menuda cantante que siempre cierra los ojos al cantar, y a la que le dan miedo las cirugías, se jacta de poseer piezas de Nicomedes Santa Cruz que muchos coleccionistas quisieran tener. Además admite que los tres pilares de su carrera fueron Alicia Maguiña, Chabuca Granda y Victoria Santa Cruz. Cuando la visitamos aún estaban los vestigios de los arreglos florales que mostraban el cariño que se ha ganado durante sus 37 años de carrera como artista.

Escribe: Alan Saavedra
Foto: Christian Salazar
(Publicada el 28-10-08, Revista Wapa-La República)

–¿Cómo te sentiste al regresar a la televisión?
–Feliz. Creo que finalmente se solucionó esto porque tenía que solucionarse. Sé que hay un problema presupuestal, pero no me parecía correcto que me dijeran que salga yo sola a presentar refritos. Más aún cuando "Lo Nuestro con Cecilia Barraza" era un proyecto en el que intervenía mucha gente y así se conversó desde el inicio. Por eso, por lo menos, se debía cumplir mi contrato tal y como era hasta fin de año. Yo soy una mujer que no se aferra a las cosas y que ha cumplido ciclos. Por ejemplo, cumplí un ciclo con "Mediodía Criollo", que fueron cinco años, y este con "Lo Nuestro" también se cerrará en algún momento, pero no abruptamente.
–Tuviste un apoyo masivo, incluso de parte del gobierno...
–¡Claro! Era contradictorio tener un presidente que se jacta de su criollismo y que el canal del Estado quitara del aire un programa como el mío. Creo que por eso intervino el ex premier. Al enterarse de la situación me llamó y nos encontramos para almorzar. Me dijo que le gustaba mi conducción y que tenía que recuperarme, lo que me dio risa. No por burla, sino porque cómo le dije, no era recuperar un nombre, sino un programa en el que mostramos todo lo que nos identifica como peruanos. Y en cuanto al apoyo de la gente, para mí fue ya no ya. Es que a veces uno no sabe qué tan presente o qué tanto cariño te puede tener la gente hasta que pasa una cosa así. Esto sirvió para darme cuenta de que en todos estos años me he ganado el respeto y el cariño del público. Eso es lo más importante y, si eso va unido al aplauso, en buena hora.
–¿Y cómo quedó tu relación con TV Perú?
–Bien, porque se superó este impasse. Mi contrato sigue hasta fin de año y parece que hay interés en me quede, aunque lo voy a evaluar porque quiero ver algunas propuestas por otro ladito. Por ahora estoy con el programa que es muy trabajoso por lo ambicioso que es. Con "Lo Nuestro" siento que abrí el abanico para las distintas expresiones culturales que hay en todo el Perú. Por eso lo hacemos en el teatro La Cabaña que es más grande y se presta para interactuar con el público que para mí es básico. Lo que yo quiero es que no haya una barrera entre el público y los artistas, como una gran fiesta de peruanidad. Y las fiestas no pueden ser repetidas, tienen que ser en vivo.
YO TE DESCUBRÍ
–Tú empezaste en "Trampolín a la Fama", en 1971. ¿Cómo así llegaste ahí?
–Yo recién terminaba la secundaria y un día mi hermano Miguel, que trabajaba en La Peña Ferrando, llevó a almorzar a Chicho a la casa. Los Ferrando vivían a dos cuadras de nosotros. Mientras hacíamos sobremesa, Miguel me dijo que cantara. No recuerdo qué canté, pero Chicho le dijo a Miguel "tu hermana canta bien, tiene que ir adonde mi papá". Solo de escucharlos me puse nerviosa, porque yo solo cantaba en familia. Al final mi hermano me convenció y fui. Entonces el que me descubrió no fue Ferrando, sino su hijo (risas).
–Ahí ganaste un concurso de canto...
–Sí, aunque poca gente sabe que, en realidad, empaté en el primer puesto con un señor del Callao que cantaba boleros con una voz muy parecida a la de Lucho Barrios. Ese concurso duró un año, y la final la vio Chabuca Granda, quien era de ver mucha televisión. En ese momento llamó al canal y dijo que aunque no era parte del jurado me daba su voto. Luego cuando fui a firmar mi contrato con Panamericana, que era uno de los premios, vi a Chabuca Granda en una de las oficinas. Ambas nos quedamos viéndonos. Yo le dije "¡usted es la señora Chabuca Granda!", y ella me dijo "¡y tú eres la chiquita que cantó en Trampolín y por la que yo voté!". Me hizo entrar y me pidió que la acompañe a México para cantar en el Teatro de Bellas Artes.
–Fue un inicio meteórico que cambió toda tu vida.
–Claro. Chabuca era una mujer de una generosidad increíble. El hecho de compartir el escenario con una chica que recién empieza y llevársela de gira… Ella fue quien me dio el espaldarazo y cambió mi vida. En ese momento yo recién había entrado a una academia preuniversitaria para postular a la Católica y ser asistenta social. Entonces vino lo del viaje y la dejé. Cuando volví, trabajé en dos programas de Panamericana. Ese año la disquera Gemsa y Sono Radio me llamaron para contratarme como la nueva figura de la música criolla. Luego grabé el "Toro Mata" que descubrí en México con Victoria Santa Cruz y Perú Negro. La canción es un landó, un sonido totalmente diferente, lo que llamó más la atención y se convirtió en un boom con el que hasta hoy se me liga.
EL CLAN BARRAZA
–¿Y cómo es la relación con tus hermanos Carlos y Miguel?
–Tenemos una buena relación. Carlos es el mayor y abogado de la San Marcos. Le sigue Miguel, a quien todo el mundo conoce. Él ingreso a la Católica a estudiar periodismo, tres meses nomás duró (risas). Es que en la Peña Ferrando ya ganaba su dinero. Siempre tratamos de hablar seguido por teléfono o nos encontramos con mi mamá Julia, mucho más ahora que ha quedado viuda. Mi papá Carlos murió hace tres meses y medio. Le he llorado mucho… Justamente hace poco en un homenaje que me hicieron en la Estación de Barranco nos encontramos en un escenario para cantar. Mi mamá que tiene 84 años subió y bailó con nosotros. Me moriría si estuviera peleada con ellos. Por supuesto que hemos discutido, ¡somos Barrazas y tenemos el fosforito ahí! Pero a las dos horas nos sentimos pésimo y nos llamamos.
–¿Y con tus sobrinos artistas?
–Me alegra mucho cuando veo actuar a Carlos "Tomatito", se llama igual que su padre, pero se parece a su tío en cuanto a lo movido. Admira mucho a su tío. El que salió cantante fue José María, que es hijo del segundo compromiso de Miguel. Bueno, Miguel ha tenido tantos hijos... ha jugado en varias canchas (risas). Con ellos y mis hermanos compartimos escenario cuando hicimos la segunda parte de "El Clan Barraza". Miguel hacía la parte de comicidad, Carlos –mi hermano– recitaba y yo hacía la parte musical. Todos son como si fueran mis hijos porque yo no los he tenido, sólo tengo a mi perrito Felipe que me acompaña ahora.
–¿Cómo te ha ido en el aspecto amoroso?
–Me casé tarde, a los 32 años, porque ¡para qué!, he gozado bien la vida. El que fue mi primer esposo, Julio, es ingeniero agrónomo de la Universidad Agraria y nos casamos en Cochabamba porque es boliviano. Estuve solo dos años con él. Luego me quedé a vivir dos años más por esas tierras, donde conocí a mi segundo esposo, Germán, quien era un actor boliviano y ha sido uno de los hombres que más he amado. Salí embarazada de él, pero perdí al bebito y después ya no quise. Estuvimos juntos por casi trece años hasta que murió. Y bueno, hace pocos meses me he separado de Lesther, con quien he estado los últimos siete años. Es un venezolano a quien le llevo 18 años, lo conocí durante "Tres mujeres para el Show" y aún seguimos viéndonos porque es mi mánager. Oye, bien peruana que soy con toda mi música y con los hombres nada que ver (risas).
–El Día de la Canción Criolla se acerca ¿Qué reflexión tienes con respecto a los que prefieren Halloween?
–Nosotros somos un país dependiente en todo sentido, y la cultura foránea nos bombardea. ¡Olvídate! Es verdad que por un lado me parece bien escuchar diversas canciones, a mí me encantan los Beatles, Héctor Lavoe, Celia Cruz, Benny Moré y El Trío Matamoros con sus "Lagrimas negras", que era la canción preferida de mi papá; pero, por otro lado, me parece justo y equitativo que la música peruana tenga un espacio en el gusto de los peruanos. Uno debe amarla y a partir de eso vas a ver cómo la gente la respeta y se siente orgulloso. Los chicos deberían por lo menos conocer lo nuestro, que les guste o no es otra cosa.
–Después de 37 años alegrando al Perú, ¿qué se viene para Cecilia Barraza?
–Quiero grabar una serie de discos de compositores completos, algo así como "Cecilia Barraza canta Alicia Maguiña" o canta Chabuca Granda o Victoria Santa Cruz. Es como para darme ese gusto. Además, estoy armando un programa tipo talk show, pero musical y que pueda dar la posta a jóvenes intérpretes. Hablar sobre la música peruana que es lo mío, pero matizado con la conversación y en otro horario que no sea el mediodía. Quiero probar que tan buena entrevistadora puedo ser. No sé si me funcione, pero eso quiero. Es que yo soy muy inquieta, nunca quiero quedarme en una sola cosa. Me siento bien diciendo que el 5 de noviembre voy a cumplir 56 años, porque como Oscar Wilde decía: "La mujer que dice su edad es capaz de hacer todo".


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